Rol del contexto internacional en los procesos de cambio

Juan Carlos Cartagena

Licenciado en Computación. Doctor en Biología,

Resulta una banalidad decir que el imperio no soporta veleidades soberanas en su entorno tanto de sus aliados como de aquellos países que le están totalmente sometidos.
Por definición el imperio y sus aliados se han constituido en el centro contrarrevolucionario mundial. En general estos aliados corresponden a metrópolis coloniales. Es este conjunto de países los que han trazado hasta hoy el curso que el mundo ha tomado.

Las revoluciones sociales y los procesos de liberación nacionales han siempre tenido una dinámica interna propia.
El triunfo de una revolución en un país constituye una victoria definitiva de la clase ascendente. Vale decir, cuando una clase es desplazada del poder, pierde los medios, y por lo tanto es incapaz, por sí sola, de reinstalarse en el poder. A menos que una fuerza exterior no le ayude a lograrlo.

Esta ha sido justamente una constante histórica. Toda revolución es genuinamente nacional. Al contrario, toda contrarrevolución es forzosamente extranjera. No puede haber contrarrevolución sin intervención externa.

Los ejemplos sobran. Los más significativos son, como siempre, aquellos que han, hasta hoy, marcado la historia. Durante la revolución francesa, el rey fue sorprendido en Varenne, en su fuga a Prusia, en busca de ayuda para restaurar su trono. Acusado de traición, a justo título, fue condenado a muerte y ejecutado. Sí, porque, como decía Simón Rodríguez, la independencia de su propio país no puede discutirse, y si se hace, es a balazos. Y así ocurrió en la posterior batalla de Valmy (20 de septiembre de 1792) (1), contra los prusianos y austríacos, que selló la fundación de la república francesa. Pertinente es recordar que uno de los generales de esta batalla fue Francisco de Miranda a quién, por tal hazaña, le valió el mérito de que su nombre haya sido incluido en uno de los pilares del Arco de Triunfo en París.

La Comuna de París de 1871 fue derrotada por el reaccionario local, Thiers, gracias a la intervención de los prusianos. De ahí sacaría Lenin enseñanzas fundamentales de organización para enfrentar posteriormente al poder imperial zarista.
La revolución rusa debió enfrentar la intervención en su suelo, de nada menos que 13 países europeos más Japón.

La historia de la última república española es significativa a más de un título. En efecto, aunque no se trataba, al principio de una revolución propiamente, sin embargo, las fuerzas reaccionarias nacionales contaron, desde los inicios de la rebelión, con ayuda externa, esta vez alemana, italiana y portuguesa, vale de decir, la flor y nata reaccionaria europea de ese momento.
Sin embargo, esta agresión descarada, desencadenó una de las gestas más nobles del siglo veinte, la creación de las brigadas internacionales que acudieron en defensa de la república. Este impulso de voluntarios solidarios provino de 52 países. Y en esa época gran parte del tercer mundo era colonia y no existían aún los 192 países independientes que hoy conocemos.

En América Latina la historia de intervenciones externas contra las revoluciones supuestas o reales es larga.
La más conocida es, por supuesto, el desastre de Playa Girón en Cuba.

Cuando se habla de derechos debemos tener en cuenta que la independencia y la soberanía de un país constituyen la base de todos los otros. Cada país debe tener derecho a la autodeterminación.
La Unidad Popular y Allende trataron de iniciar un camino propio por voluntad popular. No hay casi polémica acerca de las causas y responsables del golpe de estado en 1973.
En tal situación surge una interrogante, como se explica que algunos sectores y actores de aquellos que se baten por recuperar la dignidad en Chile, se la niegan a otros pueblos que están bajo amenaza de perderla. Los mejores ejemplos hoy son Venezuela y Cuba. Apoyar una intervención externa para torcer la voluntad de un pueblo es indigno y no se puede pretender ser digno en esas condiciones. Un pueblo que oprime a otro no puede ser libre decía José Martí. Resulta indignante saber que la vida de los chilenos ha sido desde 1973, sometida a la voluntad de poderes extranjeros, y de unos pocos privilegiados de este país. En consecuencia, la lucha por la dignidad en Chile se hará realidad y costumbre, si y solo si se es capaz de respetar y apoyar la lucha de otros pueblos por conservarla.

La actitud de Piñera, posicionado de su papel de agente contrarrevolucionario internacional en Cúcuta, fue un claro ejemplo de su falta de dignidad. Gente de esa calaña deberían, en un futuro Chile digno, encontrarse en el lugar que les corresponde: ante los tribunales de justicia.

A nivel mundial, se vive un gran cambio de centros de poder. El imperio norteamericano y sus aliados (los atlantistas), y que representan la ortodoxia neo-liberal, pierden poder rápidamente. Otros países provenientes de los márgenes de las metrópolis o claramente de ex colonias comienzan a disputar (en todos los ámbitos), la hegemonía mundial de los atlantistas. Estos ya no pueden actuar a sus anchas. Y la tendencia será cada día más pronunciada cuesta abajo en la rodada.

Así, sin el apoyo de las potencias emergentes como Rusia, China o Irán, Venezuela habría sufrido ya, ciertamente, la misma suerte que Chile bajo Pinochet. Seguramente habrá muchas opiniones en contra de esta colaboración por diversas y muy válidas razones (libertad, democracia). Es posible que a algunos les parezca una posición oportunista, pero no debemos olvidar que, sin la invasión de España por Napoleón, a principios del siglo XIX, los países americanos se hubiesen difícilmente alzado para conquistar la independencia.

Por ello es siempre saludable definir cuáles son las contradicciones principales de una época y en consecuencia cuales son las prioridades y urgencias. Hoy en Chile es lucha por la democracia contra el neoliberalismo. En Venezuela y Cuba lo que está en juego es la independencia. Sin soberanía, no se puede hablar de democracia, menos de libertad. Ya saben los chilenos donde conduce la intervención extranjera. Chile deberá retomar el camino democratizador allí donde lo dejó Allende, y tarde o temprano tendrá que enfrentar los intentos de intervención externa. Ese día, estoy seguro que los chilenos estarán agradecidos de la solidaridad que podrán brindarles los otros.

J.C. Cartagena.

Sábado, 14 de diciembre de 2020.

Nota:

(1) Goethe escribirá premonitoriamente: «Desde aquí y hoy día, comienza una nueva época de la historia universal”

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