Juan Carlos Cartagena, Licenciado en Computación, Doctor en Biología
El reciente estallido de violencia tanto en las ciudades israelís como en los territorios ocupados ha sorprendido a las autoridades de ese país.
Lo que ha ocurrido es que los ocupantes sionistas han perdido todo contacto con la realidad tanto nacional como extranjera.
El mecanismo es similar a aquel al que estuvieron sometidos los gobernantes chilenos desde las protestas inauguradas el 18 de octubre de 2019.
Y es que el sustrato que favorece el alejamiento y ausencia de contacto de la realidad es esencialmente el mismo.
Puesto que los gobernantes sionistas son gentes, por definición, de derecha, solo pueden afrontar los problemas exhibiendo la misma actitud que sus colegas chilenos: orgullo, arrogancia, soberbia, desprecio, altanería, indolencia. Los derechos humanos los definen ellos, así como los culpables de la violencia colocándose ellos mismos (los agresores y criminales) en lugar de las víctimas.
Como en Chile los sionistas israelís no vieron venir lo que se aproximaba.
Creen, como la oligarquía chilena, que un pueblo puede ser domesticado a fuerza de injusticias y amenazas, porque solo ellos se consideran con todos los derechos.
No vieron venir las protestas al interior de sus ciudades, puesto que pensaban que los árabes israelís terminarían por conformarse con ser ciudadanos de segunda clase en el sistema de apartheid israelí.
No vieron venir la lenta preparación que la resistencia palestina había paciente y astutamente preparado.
No vieron venir que, a pesar del bloqueo a Gaza, los palestinos fueron en busca de barcos hundidos para extraer el material metálico necesario para construir sus cohetes.
No vieron venir que esos mismos cohetes eran, muchas veces, solo tubos vacíos con el solo objeto de provocar gastos millonarios en vano.
No vieron venir que la opinión norteamericana – y cada vez más responsables políticos -, poco a poco van adoptando una actitud crítica de su régimen.
No vieron venir que su protección, el domo de hierro, aérea era completamente ineficaz frente a los ‘misiles’ artesanales de los palestinos.
No vieron venir que no hay presupuesto que aguante, a largo plazo, tal situación. Cada antimisil israelí cuesta entre 35.000 y 50.000 dólares. Cada ‘misil’ palestino solo vale 800 dólares. El cálculo es fácil.
No vieron venir el doble frente, interno y fronterizo. Situación inviable si se prolonga en el tiempo.
Algunos analistas se preguntan qué ocurriría si otros actores más potentes y preparados intervienen en el conflicto. Puesto que los israelís no vieron venir tampoco la derrota de su ejército durante la invasión al Líbano ni en el 2000 ni en el 2006.
No vieron venir tampoco la resistencia victoriosa del pueblo sirio ante los ataques de los extremistas de Isis apoyados, entre otros, por Israel, propiciando el fortalecimiento del Hez bolla.
No vieron venir, en suma, la estrategia palestina y la resistencia en general a largo plazo.
Algo no funciona bien. Algo más grave que solo un problema conceptual. Algo que les impide ver venir.
La gran diferencia entre los sorprendidos gobernantes de un lado y otro, es que los sionistas se consideran, por naturaleza, superiormente inteligentes, en tanto que pueblo ‘elegido de Dios’. Sobre todo, frente a los palestinos. Eso tampoco lo vieron venir.
En Chile, casi la totalidad de los dirigentes del sistema, no han logrado recuperar la lucidez, ni después del 18 de octubre, ni el 25 de octubre del 2020, ni el fin de semana pasado.
Cuantas advertencias deberán aún suceder para que los sionistas vean venir y se rindan a la evidencia de que “el colonialismo es triunfante hasta su hundimiento definitivo”, como suele repetir Jacob Cohen, agregando que no hay ningún caso en la historia que haya ocurrido de otro modo.
Realmente, los que quieren perder son, primero, cegados por los dioses (Eurípides). ¿Serán los mismos que los han elegido a ellos?
J.C. Cartagena
Francia, viernes 21 de mayo de 2021.